Uno de los mejores conservados de toda Grecia, de casi 200 m. de largo con uno de sus lados excavados en la propia roca llegó a albergar a más de 7.000 espectadores que se reunían en este lugar para disfrutar de los juegos Píticos, cada cuatro años. Aunque las celebraciones giraban en torno a los recitales de música y poesía , a partir del 582 a. C. se añadieron las pruebas atléticas dando así existencia a este impresionante estadio en la pendiente de la montaña.

Cabe destacar que cada ganador recibía la tradicional corona de laurel símbolo de Apolo y el derecho de erigir su estatua en el santuario. La forma actual del estadio es de la época romana y casi todas sus gradas están intactas, las mejores conservadas se encuentran en el lado norte que pertenecían a los invitados de honor.

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