El templo más destacado de toda la Acrópolis, uno de los edificios más famosos del mundo, construido entre el 447 a.C. y el 438 a.C. para albergar la impresionante estatua de 12 metros de altura de oro y marfil de la diosa Atenea patrona de la ciudad elaborada por el escultor Fidias. El Partenón simbolizaba la paz, la hegemonía, la perfección, el desarrollo y la democracia, todo en un solo edificio.
Se trata de un templo dórico construido por los arquitectos Ictinos y Calícrates sobre los restos, arcaicos, del anterior destruido por los persas. Estaba formado por 8 columnas en cada lado estrecho y 17 en cada lateral. Algunas de las características más destacadas del Partenón son: su equilibrio, armonía, perfección y belleza, debido al impresionante efecto óptico logrado mediante el juego entre espacios y distancias de sus piezas. Todo el templo se construyó con una proporción 9:4 para hacerlo completamente simétrico. Con otras palabras, el Partenón está calculado con una verdadera minuciosidad con la intención de producir al espectador un efecto de maravillosa perfección.
Este excelente monumento se convierte en iglesia cristiana durante la época bizantina y más tarde sirvió como polvorín de los otomanos durante el asedio veneciano produciendo su mayor destrucción tras la explosión de 1687. Esa misma destrucción se completa a principios del siglo XIX con el traslado, a Inglaterra, de piezas escultóricas por parte del embajador inglés, lord Elgin.
A pesar de su larga historia y los continuos saqueos, el Partenón sigue en su sitio proporcionándonos emoción y enriqueciéndonos cada vez más con todos los conocimientos que encierra. Además, las obras de restauración exigen el uso de las piezas originales del edificio y solo son sustituidas con nuevo mármol (las piezas hoy más blancas) las piezas no existentes.